CIUDAD DEL VATICANO.- El papa Francisco exhortó hoy al desarme armamentístico total ante el peligro de que cualquier hecho imprevisto pueda desencadenar el “incendio bélico”, durante su discurso al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede.
En su felicitación por el nuevo año a los embajadores de los 185 países con los que la Santa Sede mantiene relaciones diplomáticas repasó los “graves conflictos locales que siguen incendiando distintas regiones de la tierra”.
Lamentó que “los esfuerzos colectivos de la comunidad internacional, la acción humanitaria de las organizaciones internacionales y las incesantes peticiones de paz que provienen de las tierras ensangrentadas por los combates parecen ser cada vez menos eficaces ante la lógica aberrante de la guerra”.
Ante ello explicó que “el desarme completo y el desarrollo integral están estrechamente relacionados entre sí” y que “la proliferación de armas agrava ciertamente las situaciones de conflicto y supone grandes costes en términos materiales y de vidas humanas que socavan el desarrollo y la búsqueda de una paz duradera”.
Por tanto, invito a todos “a un debate sereno y lo más amplio posible sobre el asunto, que evite la polarización de la comunidad internacional sobre una cuestión tan delicada” y observó que “cualquier esfuerzo en esta dirección, aun cuando sea modesto, representa un logro importante para la humanidad”.
El papa utilizó las palabras de la encíclica “Pacem in terris” de Juan XXIII para referirse a la actualidad, como cuando se afirmaba que “un hecho cualquiera imprevisible puede de improviso e inesperadamente provocar el incendio bélico”.
Al respecto, Francisco afirmó que es “primordial que se pueda sostener todo esfuerzo de diálogo en la península coreana, con el fin de encontrar nuevas vías para que se superen las actuales confrontaciones, aumente la confianza mutua y se asegure un futuro de paz al pueblo coreano y al mundo entero”.
También abogó por las distintas iniciativas de paz a favor de Siria y en Irak y para que se encuentre una solución política que permita la presencia en la región de dos Estados independientes, Palestina e Israel, dentro de las fronteras internacionalmente reconocidas.
Comunidad internacional
Instó a que la comunidad internacional “no olvide tampoco el sufrimiento en tantas partes del continente africano y subrayó la urgencia de un compromiso común en Ucrania y que “se creen las condiciones” para que las elecciones previstas en Venezuela durante el año en curso logren dar inicio a la solución de los conflictos.
También se refirió a la actual oleada migratoria, de la que dijo se habla solo “para suscitar miedos ancestrales” cuando “no hay que olvidar que las migraciones han existido siempre”.
Ante ello,solicitó “salir de una extendida retórica sobre el tema y partir de la consideración esencial de que ante nosotros se encuentran sobre todo personas”.
Y pidió a los gobernantes que “sepan acoger, promover, proteger e integrar”.
Agradeció a los países que ofrecen ayuda a los numerosos emigrantes llegados a sus fronteras y entre ellos citó a Bangladesh que ha acogido al pueblo rohinyá, pero también a Italia y otros Estados europeos, especialmente Grecia y Alemania.
Francisco comenzó su discurso recordando que este año se cumplen setenta años de la adopción por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas de la Declaración de los Derechos Humanos.
Indicó que muchos derechos fundamentales “están siendo todavía hoy pisoteados” como “el derecho a la vida, a la libertad y a la inviolabilidad de toda persona humana” y entre ellos citó el aborto, que “descarta niños porque están enfermos o con malformaciones o por el egoísmo de los adultos”.
Otro de los derechos fundamentales sobre los que se detuvo el pontífice fue el del trabajo y lamentó la falta de empleo para los jóvenes y también la existencia de “una tendencia a exigir a los trabajadores ritmos cada vez más estresantes”.
Francisco habló en su largo discurso de la necesidad del “cuidado de nuestra Tierra” y de que “el cambio climático, con el aumento global de las temperaturas y los efectos devastadores que conllevan, son también una consecuencia de la acción del hombre”.