WASHINGTON. Estados Unidos reaccionó con recelo a la propuesta del presidente Donald Trump de organizar un desfile militar para honrar a las Fuerzas Armadas, que muchos ven como otra excentricidad presidencial, en un momento en que la principal preocupación del Pentágono es poder modernizar su arsenal.
“Tomemos el dinero que el presidente quiere gastarse en este desfile y asegurémonos de que nuestras tropas estén preparadas para la batalla, sobrevivan y vuelvan a casa con sus familias”, declaró hoy el senador demócrata Dick Durbin, quien tildó la idea de “fantástico dispendio para amenizar al mandatario”.
Por el momento, según reconocen desde la Casa Blanca, apenas se están “estudiando las opciones”, si bien fuentes del Pentágono informaron a EFE que el Departamento de Defensa “se encuentra en proceso de determinar los detalles específicos” del que podría suponer el primer desfile de este tipo desde hace casi 30 años.
La última gran parada militar de las tropas estadounidenses tuvo lugar en 1991, cuando miles de personas se congregaron en las calles de Nueva York y Washington, entre otras ciudades, para recibir a los soldados que volvían de Kuwait tras el final de la Guerra del Golfo.
A día de hoy, sin embargo, pocos parecen ser los motivos para la celebración por parte de un Ejército que combate en Siria, Irak y Afganistán, donde se han dejado la vida miles de soldados en el transcurso de la guerra más larga de la historia del país; un conflicto que, además, parece lejos de resolverse.
Además, tal y como se plasma en la nueva Estrategia Nacional de Defensa, presentada a mediados de enero por el secretario James Mattis, Estados Unidos prevé tiempos convulsos ante la “creciente amenaza” que suponen estados como Rusia, China y Corea del Norte, lo que ha llevado al Pentágono a abogar por renovar su ya vetusto arsenal nuclear.
A lo largo de las últimas semanas, Mattis ha hecho hincapié en la necesidad de que el Congreso apruebe una partida de 700.000 millones de dólares para el presente curso fiscal, como un primer paso para hacer frente al más de un billón de dólares que se estima gastará el
Pentágono en los próximos años para actualizar su arsenal.
“Respecto al desfile, decir que el presidente respeta los fondos y sólo se están estudiando las opciones”, expresó hoy un conciliador Mattis en una inusual comparecencia ante los medios que tenía por objetivo presionar al Congreso para que aumente el presupuesto para su cartera.
Ante esta situación no es de extrañar que numerosos legisladores se hayan preguntado qué ha llevado a Trump a plantearse la posibilidad de un desfiles castrense.
No pocos recuerdan que el pasado septiembre Trump acudió en París al desfile que el Ejército francés celebra desde 1880 para conmemorar la toma de la Bastilla con el que quedó tan impresionado que, ya entonces, expresó su deseo de hacer algo similar en
Washington con motivo de las celebraciones del 4 de Julio.
“Nos encontramos ante un Napoleón en potencia”, dijo con cierta sorna la congresista Jackie Speier, vicepresidenta del Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes.
Otros, sin embargo, consideran que el deseo de organizar el desfile responde más a la intención del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas estadounidenses de mandar un mensaje alto y claro a los regímenes de Pekín, Moscú y, sobre todo, Pyongyang.
“La gente lo va a relacionar más con Kim Jong-un que con los Campos Elíseos”, indicó al diario The Washington Post Nicholas Dungan, investigador del centro de estudios Atlantic Council.
En este sentido, la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, quiso evitar polémicas y afirmó que el objetivo del desfile sería “rendir tributo” al Ejército por todo lo que hace por la nación.
Sin embargo, tampoco este argumento ha servido para conseguir el apoyo ni tan siquiera de aquellos a quienes se pretende honrar: los militares.
“Resulta obvio: la mayoría de los militares odia los desfiles, la mayoría piensa que esta es una idea boba, aunque no he realizado una encuesta científica”, escribió en su cuenta de Twitter el teniente general del Ejército de Tierra retirado Mark Hertling.
En cualquier caso, según declaró poco después Hertling a la revista Time, “organizar un desfile en medio de la capital no se hace por los soldados, sino por las personas que lo ven; y en este caso por una persona en particular, que es el presidente”.
Rafael Salido