Santiago.- Un rayo de luz ilumino la Loma del Flaco en el cruce de Guayacanes, Mao Valverde un 6 de Marzo de 1937.
En medio de un baño de sangre que estremeció el mundo, nace José Francisco Peña Gómez.
En Fermina Gómez se reeditó la abnegación de la Loba Romana que con celo y esmero cuidó la famélica criatura.
La voz de trueno de aquel joven viril con la tez del color del la noche, estremeció los s aires en aquellas patrióticas manifestaciones públicas tras la caída del dictador Trujillo.
Ese valor que bordeaba la temeridad en Peña Gómez se puso del manifiesto nuevamente en 1965, cuando a través de la radio llamó al pueblo Dominicano a levantarse contra el triunvirato.
» Tengo negra la piel, es cierto, pero tengo luz en mi conciencia para iluminar lo que me ocultan las sombras.» exclamó en uno de sus memorables discursos.
Con el paso de los años el joven fogoso cedió ante el experimentado político que era capaz de descifrar los más complejos misterios del mundo político.
Fue necesaria la articulación de los poderes fácticos y un fraude electoral para impedirle el ascenso al poder.
Un 10 de mayo se apago la tierna sonrisa de un hombre que luchó contra hienas y coyotes, pero aun así antes de abandonar el mundo terrenal les perdonó.
