MENDOZA, Argentina.- La Asamblea anual del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que terminó ayer en Mendoza (Argentina), se ha producido en medio de uno de los ambientes políticos continentales más cargados de los últimos años.
La reunión de los gobernadores del banco de desarrollo regional empezó con sobresalto tras la repentina renuncia del presidente peruano, Pedro Pablo Kuczynski.
Con Perú listo para ser el anfitrión de la III Cumbre Empresarial de las Américas, organizada por el BID y que se celebrará en Lima el 12 y 13 de abril en el marco de la VIII Cumbre de las Américas, la crisis política peruana abrió la posibilidad de la cancelación de las cumbres.
Un alto funcionario del BID reconoció que si se producía la cancelación de la cumbre empresarial, eso habría supuesto un duro mazazo para el proceso de diálogo público privado que el banco de desarrollo promueve con ahínco desde hace años como parte de su papel dinamizador de la economía latinoamericana.
Al final, la suspensión de la III Cumbre Empresarial, a la que se prevé la asistencia del presidente estadounidense, Donald Trump, se quedó en un sobresalto y se desarrollará como está previsto.
La celebración de la cumbre empresarial permitirá que algunas de las empresas y líderes del sector privado más importantes del continente presenten a los jefes de Estado americanos con un listado de propuestas para mejorar la economía del continente.
Parte de las 42 recomendaciones que se presentarán en Lima se estudiaron en Mendoza, durante una reunión que mantuvieron un grupo de alrededor de 20 grandes empresas con algunos de los ministros de Finanzas que asistieron a la asamblea anual del BID.
Según explicó uno de los asistentes a esta reunión, las recomendaciones que los empresarios presentarán en Lima son, por primera vez, “superconcretas” y suponen acciones concretas que el sector privado está proponiendo a los gobiernos de la región para favorecer el crecimiento.
Esta misma fuente valoró de forma muy positiva la reunión por ser “única”, ya que en la mesa se sentaron “diferentes tipos de empresa”
que trajeron distintos temas para ser debatidos con los ministros.
Pero la crisis peruana no ha sido la única que se ha dejado sentir en los pasillos y las salas plenarias de la 59 asamblea anual del BID.
El “superciclo” electoral en el que está sumido América Latina, con próximas elecciones en México, Costa Rica, Colombia y Brasil, ha añadido una dosis de incertidumbre a la situación política del continente ante la posibilidad de un aumento del populismo.
El BID minimizó los riesgos. Según Santiago Levy, vicepresidente de Sectores y Conocimiento del BID, “las sociedades latinoamericanas entienden ya que la estabilidad macroeconómica es un bien público.
Nada se arregla a través de mayores déficit fiscales, a través de devaluaciones muy fuertes”.
Pero la inquietud en el sector privado que viajó a Mendoza para participar en los eventos de la asamblea del BID era palpable, especialmente en un ambiente en el que Estados Unidos, con Trump a la cabeza, está enviando claras señales de su voluntad de alterar las reglas del juego.
Precisamente, el presidente del BID reconoció en la última jornada de la asamblea anual que una hipotética guerra comercial entre Estados Unidos y China, tras las recientes decisiones de Trump de imponer aranceles a determinadas exportaciones chinas, eran causa de preocupación en algunos países.
“Esa fue una de las preocupaciones de esta mañana mientras mirábamos el informe macroeconómico, algunos gobernadores levantaron este tema”, señaló Moreno.
El presidente del BID advirtió sobre el posible impacto que pueda tener en la actividad económica de Latinoamérica, ya que “en esta región del mundo, sobre todo los países más pequeños, necesitan crecer sus economías por la vía del comercio exterior”. Julio César Rivas.
