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Dominicanos ocupan sexta posición en el mundo entre quienes reciben más residencias en Estados Unidos

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EFE
Washington

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, respaldó hoy un proyecto de ley que reduciría a la mitad la entrada de inmigrantes legales permanentes a lo largo de la próxima década, un ambicioso plan que puede seducir a su base electoral pero que difícilmente superará la oposición demócrata en el Senado.

Trump, que durante la campaña electoral prometió reformar el sistema migratorio del país para que estuviera «basado en el mérito», anunció su apoyo a una propuesta legislativa que cambiaría el sistema de concesión de permisos de residencia permanente y eliminaría la «lotería» global que sortea visados cada año.

«Esto representaría la reforma más significativa a nuestro sistema de inmigración en medio siglo», aseguró el presidente en una comparecencia ante la prensa en la Casa Blanca.

Bajo la propuesta de ley republicana, los permisos de residencia permanente, conocidos en inglés como «green cards», comenzarían a distribuirse mediante un sistema «más competitivo», basado en puntos según el nivel de cualificación del solicitante, dijo Trump.

«Ese sistema favorecerá a quienes hablen inglés, puedan mantenerse financieramente a sí mismos y sus familias, y demuestren habilidades que puedan contribuir a nuestra economía», afirmó.

Según los datos más recientes del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) de EE.UU., relativos a 2015, los países cuyos ciudadanos reciben ahora más permisos de residencia permanente son México (el 15,1 % del total), China (7,1 %), India (6,1 %), Filipinas (5,4 %), Cuba (5,2 %) y República Dominicana (4,8 %).

Trump agregó que el proyecto de ley también «evitará que los nuevos inmigrantes puedan recibir ayuda» del sistema estadounidense de prestaciones sociales, aunque la legislación actual ya prohíbe, desde hace dos décadas, que los inmigrantes legales se beneficien de esos mecanismos públicos durante sus primeros cinco años en el país.

El mandatario apeló a su base electoral, a quienes repitió durante la campaña del año pasado que los inmigrantes les estaban quitando trabajos, al asegurar que el proyecto «evitará que los trabajadores estadounidenses queden desplazados».

«Esta ley reducirá la pobreza, aumentará los salarios y ahorrará a los contribuyentes miles de millones de dólares», y «asegurará que quienes llegan a nuestro maravilloso país se adaptan, tienen éxito y logran el sueño americano», prometió Trump.

Si prospera el proyecto, el número de «green cards» que concede anualmente EE.UU. se reduciría a 637.960 personas en el primer año que la ley estuviera en vigor, y a 539.958 en su décimo año, según sus promotores, los senadores republicanos Tom Cotton y David Perdue.

Eso supondría un descenso del 40 % en el primer año y del 50 % en la primera década, tomando como referencia el nivel de 2015, cuando se concedieron 1.051.031 permisos de residencia permanente.

Además de instaurar un sistema de puntos basado en el «mérito» para conseguir «green cards», el proyecto de ley limitaría la capacidad de los nuevos ciudadanos y residentes permanentes para patrocinar a otros miembros de su familia en sus países de origen con el fin de que puedan emigrar también a Estados Unidos.

El nuevo sistema solo permitiría que los cónyuges y los hijos menores de edad de ciudadanos o residentes permanentes pudieran emigrar a EE.UU.; en contraste con el mecanismo actual, que abre la puerta a otros familiares, como los padres o hermanos.

El proyecto también eliminaría la «lotería para la diversidad», que asigna hasta 50.000 visas al año para los ciudadanos de países que tradicionalmente tienen bajas tasas de inmigración a EE.UU.

La lotería fue creada por el Congreso estadounidense en 1990 en parte para fomentar la entrada de inmigrantes irlandeses, aunque en los últimos años ha beneficiado sobre todo a ciudadanos de África.

Varios países americanos -en concreto México, Colombia, Perú, Brasil, El Salvador, la República Dominicana, Jamaica, Haití y Canadá- están excluidos de la lotería porque durante los últimos cinco años más de 50.000 nacionales de esas naciones han emigrado a EE.UU., según explicaron a Efe fuentes del Departamento de Estado.

El proyecto de ley, llamado Ley de Reforma de la Inmigración Estadounidense para un Empleo Fuerte (RAISE), también limitaría el número de refugiados que pueden entrar en EE.UU. a 50.000 anualmente.

No está claro que el proyecto pueda prosperar en el Senado, donde necesitaría 60 votos y probablemente enfrentará la oposición de los demócratas y algunos de los 52 republicanos de la Cámara.

Muchas empresas del país advierten de que limitar la inmigración legal a los más cualificados dañaría la economía, porque muchos inmigrantes ocupan empleos peor pagados, como los agrícolas.

Aún así, uno de los principales asesores de Trump, Stephen Miller, confió hoy en el éxito del proyecto, al asegurar a los periodistas que las reformas propuestas tienen el apoyo de muchos estadounidenses y que «con el tiempo», el Congreso deberá responder a «una enorme presión pública a favor de esta legislación».

Preguntado por qué Trump no ha optado por promover una reforma migratoria integral que lidie también con la situación de los indocumentados, Miller respondió que en ese caso «no se estaría hablando de la política relativa a las ‘green cards'», y el mandatario quería poner el foco en ese asunto.

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